Al poco de comenzar a leer el libro Dejar las cosas en sus días, me doy cuenta que no leo una novela, si no dos, que de forma paralela me va contando la autora, pero al avanzar en sus páginas, descubro cómo sus personajes me anuncian y relatan varias historias, similares a esas muñecas rusas o matroscas que van surgiendo unas de otras y así, quedo sorprendida de lo que puede pasar y aún no pasa. Recuerdo entonces mi lectura de hace ya varios años y quizá por ello esté algo equivocada en mi percepción, de Drácula, la excelente novela del escritor irlandés Brack Stoker, creada allá por el siglo XIX ,que tanto éxito cinematográfico ha tenido después.
Laura Castañón, juega con el tiempo, el espacio y los personajes, para seducirnos a nosotros, los lectores, sirviéndose de diversas técnicas narrativas que ella conoce y aplica muy bien, llevándonos, de esta forma, por distintos ambientes del pasado y presente, adaptando el lenguaje a cada época y circunstancia, mientras con gran detalle y minuciosidad, nos lo describe; a la par que se apoya en algunas realidades históricas, para conseguir y dar mayor verosimilitud, a este relato que promete y que a lo largo de sus páginas, adivino se irán encajado todas las piezas de este puzzler que ahora nos presenta, sin abandonar el buen ritmo y tono que,hasta lo que he leído, lleva, para desembocar en un final donde converjan, como vasos comunicantes, todos sus fragmentos en una sorpresa total, porque por fin sabremos, si las cosas se quedan en sus días o por el contrario, se trastocan y evolucionan en su todo.
Luz del Olmo