Viernes 2 de octubre de 2015
Carmen y yo llegamos antes de la hora y después de una pequeña vuelta en busca de un aparcamiento, encontramos con toda faciliad, gracias a Carmen, el edificio de Caja Círculo, en la calle Julio Saéz de la Hoya. Ya me habían indicado que en este lugar, todos los viernes, hay concierto de música. Tanto Carmen como yo, lo apuntamos en la agenda de nuestros pensamientos.
Ya dentro del acogedor recinto, nos recibió una mesa pequeña y un gran piano que ocupaba el centro del escenario. Desde un principio me atrajo ese piano. Hubo presentaciones y después la mesa quedó con dos sillas ocupadas por Diego Fernández Magdaleno y Pedro Ojeda Escudero, los dos, como buenos amigos que nos demostraron ser, nos hablaron en animada charla, de la vida, de la muerte, de la escritura, de la duda y en especial, del paso del tiempo.
Preguntas y respuestas se iban sucediendo por ambos lados, donde se volcaban, ideas, reflexiones, sentimientos y emociones, en esto del escribir, unidos en el caso del autor del Tiempo incinerado, de una forma muy especial a la música, las dos pasiones que dan sentido a su vivir.
Se hicieron preguntas por parte del público y se comprendió mejor la lectura de su Diario, porque Diego Fernández Magdaleno nos habló, al numeroso público que llenaba la sala, con toda sencillez y sinceridad, de su forma de comprender el día a día, con sus avatares e incertidumbres, como ser humano que es y eso que para finalizar y después de un pequeño concierto, especial para nosotros, lo imaginé divino y fuera del alcance de los mortales. Las notas que iban llenando el espacio que nos unía, en nuestras individualidades, me pareció tan sublime, como fugaz y eterno a la vez, porque siempre lo guardaré en mi recuerdo de la tarde, ya noche, de este 2 de octubre de 2015 en Burgos.
Luz del Olmo