Ser breve, en arte, es suprema moralidad. JRJ
PARA desordenarme por dentro, tengo que ordenarme por fuera. JRJ
José Luis Cancho, nacido en Valladolid en 1952, por un hecho traumático, se ha desordenado por dentro y lo primero que hace es intentar ordenarse por fuera, con este libro breve, pero intenso, sincero y en apariencia, fácil de leer, donde hay que hacer pausas, para entrar en la sima de sus pensamientos.
El autor, a través de sus vivencias, intenta poner un orden en esa búsqueda, que todos tenemos, por encontrarnos a nosotros mismos, con el fin de reconciliarnos y vivir, más o menos, con una cierta paz.
En Los refugios de la memoria, título muy bien escogido y meditado; José Luis Cancho acude a esos refugios que la memoria posee, dándonos cobijo para poder sobrevivir, cuando en una ocasión vimos cara a cara a la muerte, pero que ella, la aterradora, no quiso llevarnos consigo y eso hace que el autor, nos guíe hasta los años del finales del Franquismo y comienzos de la Transición, donde España era una ebullición, porque casi todas y todos, teníamos unas ansias justificadas de libertad y de esta forma nos expresábamos.
La vida de José Luis tuvo su repercusión y significado. Los refugios de la memoria que a él le siguen protegiendo de los caminos que otros muchos transitaron y a los más, nos llevaron por sus orillas, son también nuestros refugios de aquellos años tan convulsos donde el desorden, tanto por dentro como por fuera, era un auténtico caos. No es extraño que a los que vivimos todo aquello, este libro nos incite a acompañarle por ese intento de orden, al menos en el exterior, porque el desorden interno cada uno lo tendremos que trabajar, según hayan sido y sean, nuestras propias vivencias.
Por todo lo anterior y muchos más matices, este libro que os comento, ha llegado a mi yo más íntimo y he ido leyendo como ha procurado escoger las palabras más exactas para presentarnos sus sentimientos y necesidades, como el viajar por diferentes países, donde las descripciones de los lugares, tanto personales, como los vistos en el paisaje, están cargados de lirismo y en especial sus viajes literarios, capaces de encontrar su propio refugio, en esa casa de la playa que la amistad le proporciona, donde guarda todo el simbolismo de lo que va siendo su vida.
Especialmente me admira, su falta de rencor, ante las malvadas personas por las que llega a tocar la muerte.
¡Quién sabe si su misión debía de ser precisamente esto, sobrevivir para poderlo contar!
(c) Luz del Olmo