Me lo encontré en el Talgo camino de Santander, cuando atravesábamos los pueblos de la provincia de Burgos. Como no me llegaba el sueño, decidí acercarme hasta el bar para entretenerme un poco. Él se encontraba allí, detrás de la barra. Nos reconocimos al instante y eso que hacia ya varios años que nos habíamos perdido la pista. Nos alegramos y entre risas entablamos la conversación, porque en ese momento, no había nadie en la cafetería del tren. Hablamos de esto, de aquello y entonces me soltó la frase: “A veces, en el curso de un viaje, se escuchany se cuentan historias de viajes”.
A pesar del tiempo y la distancia, los dos habíamos continuado con nuestra afición desmesurada en eso de leer y escribir. “Cuenta, cuenta”, le incité entusiasmada y me relató una de las muchas historias de amor y sexo que pueden suceder en un recinto cerrado, como puede ser el tren y sus compartimientos más secretos, “ aunque no lo creas, el lavabo es un lugar propicio donde los viajeros que transportamos, con toda su vida a cuestas, desfogan sus veleidades”.
Al terminar sus historias, algunas que había vivido como camarero en el tren, y otras que le contaron, los dos advertimos, cómo la hora del conticinio, empezaba a desaparecer y deseamos con todas nuestras fuerzas, retener el tiempo pasado en la memoria.
-¿Qué estás leyendo?
-Sefarad
-Buen libro. Denso, con un ritmo vibrante en sus palabras, mezclando situaciones, personajes, lugares, puntos de vista, donde el lector ha de participar activamente para no perderse el hilo.
-Y tú, qué estás leyendo ahora- le interrogué curiosa.
- El Proceso, de Kafka.
- Recuerdo que ya lo habías leído.
- Sí, pero a Kafka siempre hay que volverlo a releer y mássi estás leyendo el libro de Muñoz Molina.
Nos volvimos a mirar directamente a los ojos y comprendimos que nuestra complicidad y sintonía en esto de leer y escribir, a pesar de los años y la distancia, seguía inalterable.
- ¿Recibiste mi carta?
No pudimos hablar de ello. Los viajeros, al igual que la luz del día, habían comenzado a llegar.
Luz del OLmo