(c) Lirios
Siempre me gustaron los lirios,
morados, azules, amarillos, blancos.
Admiro su quietud de luna,
su tacto triste, como de tierra sola.
Huelen a niebla dulce,
atravesada por una luz hermosa.
Bajo su apariencia de frialdad,
se pliega la ternura viva,
en la búsqueda inútil
de una melancolía eterna.
Siempre me gustaron los lirios,
como me gustan las apacibles tardes blancas
y como me gustas, tú,
sin una razón que convenza a los incrédulos.
Luz del Olmo